En la actualidad, las imágenes creadas mediante inteligencia artificial (IA) siguiendo el estilo del conocido estudio de animación japonés, Studio Ghibli, han capturado la atención de los internautas en redes sociales. Estas experiencias, posibilitadas por plataformas como ChatGPT, han habilitado a los usuarios a convertir imágenes, desde fotografías personales hasta memes virales, con la distintiva apariencia de las obras cinematográficas de Hayao Miyazaki. No obstante, este fenómeno ha suscitado una serie de inquietudes sobre los derechos de autor y la ética de emplear la IA en la creación artística.
Recientemente, la popularidad de las imágenes generadas por inteligencia artificial (IA) en el estilo del famoso estudio de animación japonés, Studio Ghibli, ha causado furor entre los usuarios de redes sociales. Este tipo de experimentos, facilitados por herramientas como ChatGPT, han permitido a los usuarios transformar imágenes, desde fotos personales hasta memes de internet, con la estética que caracteriza a las películas de Hayao Miyazaki. Sin embargo, esta tendencia ha generado una serie de preocupaciones relacionadas con los derechos de autor y la ética en el uso de la IA para crear arte.
El caso comenzó a ganar notoriedad cuando usuarios comenzaron a compartir sus imágenes «ghiblificadas», como una foto de un gato convertido en un personaje de anime o la famosa imagen del meme «Disaster Girl», que muestra a una niña frente a una casa en llamas. Estas transformaciones utilizan el estilo visual único que ha hecho famoso a Studio Ghibli, conocido por sus animaciones detalladas y sus narrativas llenas de fantasía. Si bien muchos usuarios se mostraron emocionados con los resultados, este tipo de prácticas también ha abierto el debate sobre si es ético replicar el estilo de un artista sin su consentimiento explícito.
Desde su lanzamiento, OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT, ha fomentado este tipo de experimentos, inclusive a través de su red social, donde su CEO reemplazó su foto de perfil con una imagen generada al estilo Ghibli. Sin embargo, la empresa ha manejado este tema con cautela, indicando que la herramienta evita replicar el estilo de artistas vivos, pero permite la creación de imágenes inspiradas en estilos más generales. No obstante, la falta de claridad respecto a las licencias de los materiales empleados para entrenar la IA sigue siendo un foco de preocupación, especialmente para los artistas que podrían verse afectados si sus estilos se comercializan sin recibir compensación.
Desde su lanzamiento, OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, ha promovido este tipo de experimentos, incluso en su plataforma social, donde su CEO cambió su foto de perfil por una imagen generada al estilo Ghibli. No obstante, la empresa ha sido cautelosa al respecto, asegurando que la herramienta evita replicar el estilo de artistas vivos, pero permite la creación de imágenes basadas en estilos más generales. A pesar de esto, la falta de claridad en cuanto a las licencias de los materiales utilizados para entrenar la IA sigue siendo un punto de preocupación, especialmente para los artistas que podrían verse afectados por la comercialización de sus estilos sin compensación.
Por otro lado, algunos personajes del ámbito artístico, como Hayao Miyazaki, han manifestado su escepticismo respecto al uso de inteligencia artificial en la animación. Miyazaki, célebre por su enfoque artesanal y minucioso, ha expresado su desaprobación hacia la IA en el arte, refiriéndose a esta tecnología como un «insulto a la vida misma». Sus comentarios se fundamentan en su inquietud de que la IA no sea capaz de captar la esencia humana y emotiva de las obras artísticas, especialmente en el área de la animación.
Por otro lado, figuras del mundo artístico, como Hayao Miyazaki, se han mostrado escépticas ante la idea de utilizar inteligencia artificial en la animación. Miyazaki, conocido por su enfoque manual y detallado, ha expresado su desdén hacia la IA en el arte, calificando este tipo de tecnología como un «insulto a la vida misma». Sus declaraciones se han basado en su preocupación de que la IA no pueda capturar la esencia humana y emocional de las obras de arte, especialmente en el contexto de la animación.
La discusión sobre la IA y el arte refleja un panorama más amplio sobre el impacto de la tecnología en las industrias creativas. A medida que estas herramientas continúan avanzando, es probable que se intensifiquen los debates sobre cómo equilibrar la innovación tecnológica con la protección de los derechos de los creadores humanos. En este sentido, los artistas y las entidades legales deberán encontrar nuevas formas de adaptar las leyes de propiedad intelectual a un mundo cada vez más digitalizado y automatizado.