El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha confirmado la imposición de un arancel del 25% a todas las importaciones de tomates provenientes de México, a partir del 1 de agosto. Esta medida se produce en el contexto de la larga disputa comercial entre ambos países, que comenzó en 1996 debido a las denuncias de prácticas comerciales desleales. La nueva medida no solo afectará las relaciones comerciales, sino que también tendrá un impacto económico, político y social significativo tanto en Estados Unidos como en México. En este artículo, exploraremos los efectos que podría generar esta decisión.
Efectos económicos: aumento de precios y pérdida de competitividad
El impuesto del 25% que se impondrá a los tomates que se importan desde México probablemente tendrá un efecto inmediato en los consumidores de Estados Unidos, uno de los mayores mercados para este producto agrícola. De acuerdo con datos oficiales, dos de cada tres tomates que se consumen en EE.UU. son importados desde México, lo que representa un mercado de aproximadamente US$3.000 millones por año. Con la puesta en vigencia de este nuevo impuesto, los precios de los tomates mexicanos en Estados Unidos subirán, lo que afectará directamente a los consumidores y podría llevar a un incremento en los costos de productos relacionados como salsas, ensaladas y otros alimentos procesados.
El especialista mexicano en comercio internacional, Antonio Ortiz-Mena, indica que el incremento en los aranceles impactará principalmente a los consumidores en Estados Unidos. Ortiz-Mena menciona que “Florida no puede satisfacer las necesidades del mercado local respecto a calidad, cantidad y precio”, refiriéndose a la industria de tomate de Estados Unidos que no puede competir con los costos y la calidad de los tomates provenientes de México. En realidad, la industria de tomates en Florida solo genera una pequeña parte de la cantidad requerida para cubrir la demanda en EE. UU., lo que significa que los consumidores tienen opciones limitadas.
Los productores mexicanos, quienes han conseguido duplicar sus envíos a EE.UU. en los últimos diez años a través de convenios que eliminaban los impuestos, ahora se enfrentarán a una situación más compleja para sostener su competitividad. Aunque la decisión podría aumentar las ganancias para el gobierno estadounidense, estos beneficios podrían verse eclipsados por el incremento de los costos para los consumidores y las potenciales dificultades para el sector alimentario de EE.UU.
Efectos políticos: tensiones con México y la diplomacia estadounidense
El impuesto sobre los tomates forma parte de un marco más amplio de tensiones políticas y diplomáticas entre EE.UU. y México, particularmente durante el mandato de Trump. A pesar de los intentos de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, por sostener una posición diplomática de colaboración con Washington, Trump ha persistido en su estrategia de presión económica en asuntos como el comercio, la migración y el combate al narcotráfico. La líder mexicana describió el impuesto como «injusto» y ha indicado que su país seguirá enviando tomates a pesar de la nueva disposición.
No obstante, Trump ha dejado en claro que su plan consiste en imponer tarifas a aquellos países que no coinciden con las prioridades comerciales de EE.UU., incluso si se trata de naciones aliadas estratégicamente. Esta política de «reciprocidad» podría incrementar las tensiones en las relaciones entre dos países, y México podría encontrarse en una posición difícil al tener que tomar decisiones complicadas respecto a sus exportaciones y sus lazos diplomáticos con Estados Unidos. Además, el impuesto al tomate es solo una parte de un conjunto más amplio de medidas que abarca otros productos agrícolas, lo cual complica aún más la relación entre ambos países.
A nivel interno en EE.UU., la política comercial de Trump ha resonado con su base electoral, especialmente con aquellos que se sienten afectados por la competencia externa y las políticas de globalización. La administración ha argumentado que los aranceles son necesarios para proteger la industria nacional y asegurar que las políticas comerciales sean más equitativas. Sin embargo, estas medidas también podrían tener repercusiones negativas en las relaciones diplomáticas con sus aliados, como México.
Efectos sociales: inseguridad y migración
El arancel del 25% sobre el tomate no solo tendrá efectos económicos y políticos, sino también sociales, especialmente en las comunidades rurales de México. La industria del tomate en México da empleo a al menos 500,000 personas, muchas de las cuales dependen de este sector para su subsistencia. Si los impuestos disminuyen la demanda o la rentabilidad de las exportaciones, los trabajadores de esta industria podrían sufrir directamente. La inseguridad laboral que esta medida genera es una preocupación significativa, y se espera que algunos productores se vean forzados a disminuir su producción, cerrar sus negocios o despedir a sus empleados.
Faustino Delgado, dirigente del gremio de agricultores de tomate en México, subrayó la preocupación que embarga a los empleados del sector, quienes temen un agravamiento de las condiciones. “El precio del tomate mexicano disminuirá, pero la duda es cómo las empresas resolverán este inconveniente. Tendrán que recortar personal y reconsiderar cuántas hectáreas cultivarán”, afirmó Delgado.
Además, en un contexto de creciente violencia en algunas regiones productoras de tomates, como Sinaloa, las dificultades económicas podrían agravar aún más la situación social y laboral. La competencia por empleo y las dificultades económicas podrían empujar a más personas a migrar a EE.UU. en busca de mejores oportunidades. Esta dinámica también podría alimentar las filas del crimen organizado en regiones donde la agricultura es una de las principales fuentes de ingresos, exacerbando problemas sociales existentes.
Un panorama incierto para ambos países
El gravamen del 25% que Trump impuso a los tomates mexicanos es una parte de una estrategia más amplia de política comercial que influye no solo en México, sino también en la economía mundial. Aunque esta decisión podría otorgar ventajas a corto plazo a los productores de tomate estadounidenses, sus posibles impactos negativos sobre los consumidores, el sector alimentario y las relaciones diplomáticas con México podrían ser significativos. Asimismo, las repercusiones sociales en las comunidades dedicadas al cultivo de tomates en México y la incertidumbre sobre el futuro del sector agrícola podrían agravar aún más la situación, causando inconvenientes adicionales tanto para los trabajadores como para las empresas implicadas en la producción y exportación de tomates. Las conversaciones comerciales entre las dos naciones deberán enfocarse en desarrollar soluciones que resguarden a todos los participantes sin poner en riesgo la estabilidad económica y social en la región.